¿Tengo derecho a ser yo mismo? Parece una obviedad, ¿verdad?. Pues te aseguro que yo no conozco a nadie que se acepte en su totalidad. En este artículo te hablaré sobre asertividad, definida por el psiquiatra conductista Joseph Wolpe (1915–1997) como : «la expresión adecuada, dirigida a otra persona, de cualquier emoción que no sea la respuesta de ansiedad». 

En el fondo, Wolpe nos estaba hablando de comunicación y de emociones. Poco antes de finalizar la carrera de psicología, y sabiendo ya algunas cosas sobre PNL e Hipnosis, me tocó hacer una exposición en clase sobre asertividad y técnicas asertivas. Allí empecé a darme cuenta de que no es demasiado útil enseñarle a alguien a actuar de una manera asertiva cuando no se dan estas dos condiciones:

  1. Saber acceder al estado emocional adecuado para poder hacerlo.
  2. Tener un conjunto de creencias que le permitan hacerlo.

Y es que cuando buscamos cambios sólo a nivel de conducta, del tipo haz esto o di lo otro, no solemos obtener tan buenos resultados como cuando hacemos entrenamientos en habilidades para gestionar emociones y comunicarnos de manera eficaz). Ademas también es necesario flexibilizar y ajustar algunas de nuestras creencias.

Desde que Wolpe empezó a poner de moda el concepto de asertividad, éste se ha desarrollado más allá de su propuesta inicial y hoy en día engloba, además, dos conceptos fundamentales:

  1. La defensa de los derechos y opiniones personales.
  2. El respeto a los derechos y opiniones de los demás.

En mi opinión, en el fondo estamos hablando de un modelo de relación interpersonal que busca evitar enredos y poder disfrutar más de nuestras relaciones, al tiempo que potenciamos nuestra autoestima y libertad personal.

Condiciones básicas para (un) ser asertivo

Para poder funcionar desde este modelo relacional, por encima de todo necesitamos creer que tenemos derecho a ser nosotros mismos, tal y como somos ahora o en un momento dado, ya que nos vamos transformando como seres vivos y dinámicos que somos.

Tener derecho a ser uno mismo significa que tienes derecho a pensar lo que piensas, a sentir lo que sientes y a hacer lo que haces. Significa que tienes derecho a pensar en cosas «políticamente incorrectas», a sentir miedo, tristeza, vergüenza, odio… a hacer lo que tú sientes que quieres, de la manera en la que tu sientes que lo quieres hacer. Y tienes ese derecho porqué no hay nada de malo en ello igual que no hay nada malo en ti. Eres fruto de una herencia genética, de un modelo socio-cultural, de la familia en la que has nacido, de la educación que has recibido y de las experiencias que has vivido… y la gran mayoría de esas cosas no las has elegido tu.

Evidentemente vivimos en una sociedad con leyes que marcan los límites de las manifestaciones conductuales que se consideran punibles (robar, agredir, etc…) respecto a las que sí son aceptadas. Sin embargo, las personas tenemos nuestro propio «código penal» a través del cual nos limitamos a la hora de expresarnos como seres únicos que somos, tenemos nuestras «leyes» con las que nos juzgamos y hasta nos condenamos. Y a menudo también hacemos esto con los demás y los demás lo hacen con nosotros.

Llegados a este punto es interesante considerar que, a pesar de que el resto del mundo pueda no aceptar o juzgar alguna de las cosas que piensas, sientes y haces, tu puedes no hacerlo, tu puedes no caer en esa trampa. Tu puedes aceptar lo que eres y a partir de ahí sentirte libre para poder evolucionar sin ser esclavo de esos juicios. Por ejemplo, no quieras gustarte a ti mismo gustándole a los demás. Si te aceptas a ti mismo también aceptarás más a los otros, y tu también le gustarás más a ellos cuando vean la valentía que tienes al hacer lo que ellos todavía no saben hacer. Y es que las otras personas también tienen su derecho a pensar, hacer y sentir lo que piensan, hacen y sienten según su genética, su modelo socio-cultural, su educación, su familia, sus experiencias vividas… Todos estamos sujetos a estos condicionantes y es muy difícil librarnos de ellos sin aceptarlos.

Si entiendes que cada persona es un mundo, con sus condicionantes, con sus miedos e inseguridades, que hace lo que puede para vivir dignamente en una sociedad que solo acepta «el lado bonito de la vida», te será mucho más fácil no enredarte en discusiones absurdas. Podrás tolerar mejor lo que diga el otro, defenderás tu visión del mundo sin necesidad de convencer a nadie y podrás disfrutar mucho más de tus relaciones interpersonales siendo una persona más asertiva. Hasta tendrás suficiente fuerza y coraje para cambiar en tu vida todo aquello que no vaya a favor de sentirte libre y de ser quien eres.

Para finalizar, recordemos: se necesitan 3 habilidades básicas para poder ser más asertivo:

  1. Pensar de manera crítica y ajustar creencias para estar en contacto con nuestra esencia.
  2. Gestionar nuestros estados emocionales.
  3. Comunicarnos con precisión.

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Este artículo continúa en: Asertividad II: La comunicación asertiva y sus beneficios

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